La Boca del Silencio
Y suenan como piedras las palabras, mientras suben a cuestas por el pecho hasta la boca. Afuera, la luz arroja sus rayos y los objetos brillan sin saberlo. Perdidas las noches, desafían la inmensa luz que ronda alrededor de todo, y la sombra se desvanece junto al cuerpo que yace.
Perdidas ya las gotas de la madrugada, se arrastran en su cauce a la cloaca, desprendidas de la altura se transfiguran al rosar los cuerpos y el vapor que exhalan las aves.
La cerradura de las nubes se obstruye, gira el pomo el universo, la noche cubre su cara con la capucha del verdugo.
Cada diez pasos; diez huellas de barro, las fibras de las piernas se afinan como las cuerdas de un piano, y los martilleos que percuten las notas del tiempo, son a su vez el latido de la lluvia contra los cables. Regurgitan en su velocidad ciega un flujo vital los cuerpos, y los barcos lo saben, y las navajas o las balas también. Mientras la tierra intuye su color como el de la sangre.
Desafilada la luna destempla su brillo, acaricia delicadas ondas hacia la orilla, y el sonido de la ciudad es como el de las moscas. Cada luz conduce a una casa, cada puerta a lo que nos depara nuestra pequeña clausura, esa pausa de lo que corre sin detenerse, en esa trombosis de nuestra conciencia; descansamos los que no logran dormir, afilamos las miradas a través de los vidrios, acarreamos la existencia del agua dulce hasta ensuciarla con nuestra porquería.
Cada vacío es único e indisoluble, y su materia es retenida tras nuestros ojos, y poseedoras de una ansiedad que jadea dentro nuestro como un perro; las tripas nos llenan algo más que el vientre, nos llenan el alma con el rugido del hambre, y nos insisten con la idea de que satisfacemos el vacío, que en algún momento acabaremos por saciarlo.
Gira la gran masa terrestre, y afina su mirada a través de las carnes, la gran lluvia de los siglos nos limpiará la sal de los huesos, donde el amanecer sea una palabra que olvidamos, donde cada señal sea curvo anzuelo en la quijada de las noches también. Lávate, mundo lleno de humanidad, llevándote la raza entera por los desagües al infierno. Tómate un descanso de nosotros, gira en silencio sin el triste ruido de nuestras palabras, sin la horrenda contradicción de nuestros actos.
por Joao Goncalves
