Sin Titulo N°4
Valerosos sueños hundidos con sus dioses de bronce,
Bajo el crepusulo y la aurora se deshuesan y cuelgan la piel sobre un lienzo,
El cristal de y su reflejo en la violeta y profunda corriente,
Acarrea el terror del silencio que redobla.
Las sombras te persiguen en la arena oscura, tu silueta es más negra que tu sombra,
En la superficie veleras naves y curvas barcas flotan despiertas,
El encierro está fuera de la negrura del océano,
Donde el reflejo sobre el agua, es un espejo hambriento.
Caducan las formas en su ondeo, lo sinuoso del metal,
Los girones del cielo,
Las quebradas luces de los astros y la luna; esfera plana que se alarga como la muerte,
El calor es la carne, la esfera es perceptible a la distancia, en el horizonte, lo plano es solo un un juego de las esferas.
Se hunde la vigilia y las tinibles afloran como en un desierto,
La tormenta gruñe y muerde las maderas del viejo roble,
El sudor de la tierra y el agua se mezclan en el coito mortal del temporal,
Nosotros, nos hundimos con los sueños de viejos naufragios y criaturas tórridas.
Jadean las horas que parecen meses, el diapasón del trueno da la nota final,
Cada remolino es un puerto, el último, y la única cosa que no nada es la esperanza,
Bracean los peces y las estrellas bajo un a nube de gaviotas hambrientas,
Un remo cae del barco entre loas gotas y se confunde violento con las olas.
La tierra y el océano se piensan como opuestos, por nuestras propias cualidades,
Pero la muerte es la materia común que nos une a ambas,
Los ojos del universo vuelven a dormirse, y pálidos atrapan con cataratas o infecciones,
A las débiles y somnolientas criaturas del fuego,
Donde quieran, quedando dentro o fuera del sueño de dioses vengativos,
Asesinados y olvidados.
por Joao Goncalves
