Viaje de una Hora
Baja del bondi, la siguiente es la parada. Me imagino comiendo un alfajor y tomando algo caliente en la plaza. La fecha se atrasa con tan poca lluvia, el invierno digo; se atrasa, toca tarde para la parada en la Cagancha. Huele a maní tostado y garrapiñadas, corre vientito fresco y las hojas desaparecieron hace semanas, pero sus sombras permanecen.
Por las paradas las colillas y los papeleros, los contenedores, los techos de los kioscos y sus colchones; por debajo de su olor a gente, y su rancio abolengo, su polifón sin funda desvía las insistencias de la brisa, y la ciudad contiene el aliento.
Bajando del ómnibus va y viene la humanidad, ya distanciada, ya arrejuntada, no faltó nadie hoy al parecer.
Cruzamos la avenida 18 de Julio entre desconocidos, y la humanidad está endieciochada comprando, y las cosas brillan; unos días, y pronto ensombrecidas, como cúmulos en sus siluetas.
Perdidos los ojos entre intentos de distracción y proyección, disimulando la distancia, observo perfecta mezcla de elementos: el teatro con sus puertas clausuradas como fondo, los árboles secos, el viento lo atraviesa todo, la garrapiñada, el ómnibus, la parada llena, todos esos ojos y esos tapabocas. Ahí estás tú creo, pelo corto, ¿anteojos? El pañuelo que te regalaron hace tiempo se te vuela y lo agarras justo a tiempo y alguien te felicita con esa mirada, la mirada esa, ¿te acuerdas? Un joven le avisa que lleva la mochila abierta. Miras para el piso cuando te acercas a ti mismo. Cada latido es fuerza que bombeas como apretando el alma con tu pecho, observas a todos y a mí viéndolos, y prendes una colilla; frente a ti todos, y de frente contra sí, se desplazan por escena como bestias majestuosas, mitológicas y dopadas. El clímax está cocido, y agotada la temática, se van todos, y nosotros nos quedamos mirando la plaza vacía.
Y para el amable público aquí ausente; ¿qué debe de hacer alguien como yo? ¿o una persona como tú? ¿También una que deambula y obedece a sus instintos? ¿Que compra y lleva cosas con olor a nuevo a una casa de olores viejos? ¿Que vende sueños o revuelve bolsas? ¿Salimos del personaje juntos? Como de un saltito nos disfrazamos de audiencia, y está callada la platea, ni una risa ni tampoco tos, te sacaron el teatro, ¿y mañana qué?
¿Ya saliste no? De la historia digo.
Por Joao Goncalves

Publicación semanal en Mandando Fruta – Verduleria delivery en Montevideo, Uruguay.